Herramientas que permiten analizar grandes cantidades de datos para mejorar la seguridad marina a través de la formación, la detección temprana, la prevención y la respuesta rápida.
Pesca, turismo, energías renovables, biotecnología o minería subterránea. Estas actividades económicas, conocidas por todos, forman parte del conjunto de acciones a través de las cuales el ser humano ha explotado los océanos y espacios marinos en los últimos tiempos. El aprovechamiento de los múltiples recursos que ofrece esta fuente de oportunidades, cuya superficie cubre tres cuartas partes del planeta, se alinea cada vez con mayor peso con la sostenibilidad para contribuir a la buena salud de estas superficies marinas.
La ciencia sigue avanzando para encontrar soluciones que equilibren el binomio economía-sostenibilidad. Para hacernos una idea de la riqueza que aporta esta industria, se estima que la llamada 'blue economy', o economía azul en nuestro idioma, ocupa la séptima posición en el ranking de economías de todo el planeta, con un impacto total que ronda los 2,5 billones de dólares.
En España, basándonos en datos de la Red Española del Desarrollo Sostenible, los sectores ligados a mares y océanos emplean a 945.000 personas y aportan un valor añadido bruto cercano a los 32.700 millones de euros. Cifras que ilustran un potencial que todavía tiene un elevado margen de crecimiento.
El tráfico que "amenaza" al mundo marino
Sin embargo, no todos los datos son positivos si atendemos a la salud de mares y océanos. Como consecuencia de todas estas actividades, unidas al fenómeno de la globalización que se ha consolidado en el siglo XXI, el tráfico ha incrementado su tránsito por estas ‘autopistas marinas’ de manera significativa. Y se estima que irá a más. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación calcula que, entre 2006 y 2014, el tráfico marino mundial creció un 260% y prevé un incremento de hasta un 1.209 % para el año 2050, según un estudio elaborado por investigadores de la Universidad McGill de Canadá.
Por su parte, la Agencia Europea de Seguridad Marítima (AESM) ha advertido en un informe que la crisis sanitaria originada por el Covid-19 redujo en 2020 un 10 % el tráfico marítimo de la Unión Europea, región que concentra la quinta parte del comercio marítimo en todo el mundo. Aún así, este tipo de transporte mantuvo durante la pandemia sus líneas de suministro abiertas y demostró una gran capacidad de resiliencia, por lo que todo apunta a que se recuperará esta tendencia alcista de las últimas décadas.
El comercio marino es capaz de movilizar cualquier tipo de mercancía. Muchos de estos buques gestionan y transportan materiales potencialmente peligrosos, de igual forma que sucede en las autopistas terrestres, y los accidentes con productos como los hidrocarburos y aquellos considerados como Sustancias Nocivas Potencialmente Peligrosas (SNPP) ponen en riesgo la sostenibilidad de los entornos marinos.
Respecto a los derrames de hidrocarburos, los avances científicos y tecnológicos han implementado técnicas y procedimientos para prevenir y gestionar estos incidentes, que ahora también se empiezan a desarrollar para dar respuesta a sucesos de contaminación química en el medio marino.